lunes, 28 de diciembre de 2009

TIEMPO: PRESENTE


La tarde era soñada... pocas nubes, no mucho calor, y el río estaba calmo. A esa altura el motor estaba apagado y sólo se escuchaba el agua contra el casco del velero. Las velas tensas por el viento parecían aún más blancas por el reflejo del sol en el agua. Atrás quedó la costa con sus ruidos urbanos.

Ella gira su cabeza y ahí estaba él, erguido, atento a cada detalle, como es su costumbre. No habla, sólo observa y supervisa que todo esté como corresponde. Ella lo mira en silencio…

Allí estaban, en su primera travesía juntos. A pesar de no haberlo comentado, ella llegó a ese momento con muchas expectativas, y no le había sido sencillo organizar su rutina para poder estar junto a él por esos pocos días. Había decidido que se merecía disfrutar de esa oportunidad, lejos de todo y de todos, el año estaba finalizando y había sido muy duro, pero ya estaba acostumbrada... no era el primero y sabía que tampoco sería el último.

La diferencia era que hasta el momento, y a pesar de todo, los saldos eran positivos. ¡Qué bueno! Eso realmente se sentía bien.

Y ese hombre... cómo lo hacía enojar con sus berrinches! Pero aprendió a quererlo tal cual era... eso la hizo sonreír en silencio y con cierto aire cómplice. Al llegar cada fin de semana ella disfrutaba cada instante. Tal vez no era demasiado demostrativo, pero algún gesto siempre le recordaba que la quería, con eso era suficiente.

En algunas horas ya verían la costa y estarían ocupados acomodando todo, cambiándose y preparando una comida distendida. De repente, él le pide que le alcance algo y eso la trae una vez más a esa mágica postal. Cuando pasa a su lado ella aprovecha para besar suavemente su hombro, como si nada, al descuido.

Nadie puede aventurar qué será de ellos en el futuro... tampoco importaba… ella aprendió muchas cosas junto a él, y una, es que lo más importante es el presente.