viernes, 2 de octubre de 2009

DESAMPARO


Sí, ya sé – me dijo de golpe, con el mentón señalándome como la punta de una espada.
Hacía por lo menos una hora que monologaba frente a mí. Me había dicho sin que yo pudiera intercalar una onomatopeya, que sentía tanta desazón porque las cosas entre nosotros no andaban bien.
En un momento yo, que estaba sentado con la cabeza gacha mientras enroscaba y desenroscaba un papelito, levanté la vista, la miré y no dijo nada. Fue un segundo. Un segundo pesado, suspendido.
Respiró profundamente y siguió: -Quisiera otra cosa… No sé… Además no entiendo qué pasó… Deberíamos hacer el esfuerzo de hablar de lo que nos pasa… Decime algo… Por favor… Decime algo…
Hizo silencio. Parada frente a mí miró el papelito enroscarse y desenroscarse entre mis dedos. Otra vez con los ojos fijos en la nada. -Sí, ya sé- le dije. Y la miré. Un suspiro de trueno se escapó de mi boca.
Cuando el sonido del portazo le explotó en los oídos se desplomó retorcida en el sillón. Vio el papel en el piso.
Decía: “Ya no te amo”.

por A.H.

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