
Ésta es la pregunta que planteo a partir del ejmplo de individuo que presento hoy: el “homo fugus rápidus” también conocido como “hombre en fuga”.
Esta clase de individuos son de apariencia normal, con carácter muy agradable, empáticos, perfectos anfitriones, pero que llegado cierto momento… “DESAPARECEN”. Sí, es así de sencillo, ya no responde a llamados o emails. Algunas afortunadas pueden tener noticias del sujeto justo cuando se estaban recuperando de tantos interrogantes sin respuestas, charlas desesperadas con amigas en busca de una contención y opiniones/consejos sanadores, kilos de chocolate/helado consumidos, horas de peluquería y shopping en vano… Por lo general el discurso para justificar semejante acto digno de David Copperfield es: _ Me di cuenta de que sos una gran mujer, divina, tierna, podría decirse que casi ideal (… y se me presentaba a la Madre Teresa) , y yo no te me merezco, porque en este momento de mi vida…, bla, bla, bla.
En ese momento puede ser que experiementemos sensaciones diversas como:
a. Pensar que somos protagonistas de una tragi-comedia reality con cámara oculta.
b. Vomitar de manera desenfrenada y patética nuestra histeria por lo padecido.
c. Escuchar pasivamente todo el speach, con un notable instinto masoquista, decirle que lo entendemos y dar vuelta una hoja más de nuestro cuaderno de vida.
Finalmente lo que sí puedo afirmar mis queridas ingenuas es que estos hombres no son conscientes en ningún momento de lo que hacen, dicen o provocan, así van por la vida felizmente, y lo que no deben olvidar: “NO CAMBIAN JAMÁS”… ¿quedó claro?